Hoy el Alzheimer es una de las enfermedades más temidas, se habla de lo catastrófico que puede ocurrir ante un diagnóstico y damos por sentado que la persona pierde por completo sus funciones cognitivas y facultades físicas, que no reconocerá a sus familiares, que no podrá mantener relaciones sociales y suponemos que vivirá sumido en un limbo por el resto de su vida. Especulamos sin conocimiento alrededor de aquellos síntomas, sin entender que se trata de una condición que evoluciona lentamente y que el imaginario popular es completamente desacertado.
De ante mano desconocemos aquellas señales que nos pueden indicar un deterioro cognitivo en las personas mayores, no sabemos cómo el Alzheimer empieza a manifestarse y carecemos por completo de una información veraz, que podría servirnos para prevenir y retardar su evolución, y atender como es debido, a esa persona que padece la enfermedad.
Por lo tanto, es importante desvirtuar algunos mitos y creencias equivocadas acerca de la enfermedad de Alzheimer:
El término de demencia senil es totalmente errado y no tiene sustento científico. Las personas envejecen, a veces falla la memoria, pero esto no significa que padezcan algún tipo de demencia. Es cierto que el envejecimiento es el mayor factor de riesgo y cuando la pérdida de memoria es frecuente y evidente, y se convierte en un obstáculo para valerse por sí misma, tomar decisiones o planificar, lo mejor será consultar a un especialista para conocer la causa y tomar medidas. Por lo tanto, rotular aquellas señales de alarma como una “demencia senil”, nos aleja de obtener un diagnóstico acertado.
No es fácil predecir cuanto tiempo vivirá una persona con diagnóstico de alzhéimer. Puede vivir de cuatro a ocho años, pero también puede vivir hasta 20 años. Su muerte se producirá por complicaciones asociadas a la postración por incapacidad de movimiento, por incapacidad de alimentarse y por otros factores ajenos a la enfermedad.